lunes, 14 de julio de 2014

Espacios protegidos

Los espacios protegidos, surgen de la necesidad de preservar unos territorios con unas especificidades que no son posibles de encontrar en cualquier lugar, y que creen que se encuentran en peligro, ya sea de extinción, de un mal uso etc. y que por tanto, supone que es necesario unas entidades ambientales que delimiten y preserven esa zona. Encontramos como ejemplo como la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado surgió por decreto, el 10 de junio de 1993, debido a la presencia de diversos ecosistemas, por los niveles de ocurrencia de flora y fauna y por una diversidad biológica que coloca en el área como una zona importante para la conservación de especies en peligro de extinción. (Alarcón-Chaires 2002) 

Podemos observar como la preocupación por la preservación de los espacios naturales o fue cogiendo forma con los años, hasta llegar un punto que como hemos visto en el repaso histórico, una gran proporción de territorio en muchos países y ciudades se encuentra en estado de protección y preservación. (Vaccaro & Beltran 2012, Alarcón-Chaires 2002, Font & Majoral 2000, Mallarach 1995) 

La construcción o más bien delimitación de estos espacios protegidos suelen tener similares objetivos, los cuales los podemos resumir en: 

• Preservación de espacios naturales con valor paisajista, ecológico o cultural 

• Definir estos espacios para que contemplen todos los ecosistemas existentes en la zona 

• Hacer compatible la preservación de los espacios de interés natural con el desarrollo y el mantenimiento de las actividades tradicionales y de la población residente (no en todos los casos, y sobre todo dependiendo del momento en el que se encontrara) 

A partir de estos objetivos básicos, podemos ver como en muchos casos por no decir la mayoría, conjuntamente ha intentado sacar provecho o ni que sean recursos a través de la explotación turística. Esta, ha intenta que no fuera de masas, y que por tanto, estropeara o hiciese más daño aún, sino que fuera un turismo ecológico. (Vaccaro, Beltran, Paquete, 2012). El problema, como veremos más adelante, es sobre quién ha repercutido estos beneficios, tanto los directos económicos como la posibilidad de sacar provecho, si en la población local, en agentes externos, o en ambos. 

Para construir estos espacios protegidos, es necesario delimitar los territorios, para hacerlo, podemos tomar el ejemplo del PEIN en Cataluña, el cual nos muestra el proceso en su texto Font & Majoral (2000). 
Para delimitar la selección de los Espacios del plan, se recogieron las muestras más significativas de la diversidad en Cataluña. Habiendo tres etapas en la elaboración de la delimitación:



  1.   El indicador básico, que era la vegetación, integradora del resto de elementos del sistema natural y más tarde la gea y la fauna. Constituyeron la primera fase pues, las muestras más significativas junto con los que fueron seleccionados en función de criterios como la singularidad de sus valores o su fragilidad.
     
  2.  La segunda fase se centró en la configuración definitiva de la red de espacios que lo integran. Se introdujeron los elemento de la gea, la flora y la fauna no representados, de manera significativa, a partir de la consideración de la vegetación superior. Aquí se añadieron cuestiones de carácter abiótico.
  3.  Esta última etapa se dedicó a un estudio individualizado de cada especie incluida en la red



 Así, con estas fases se concluyó el proceso de delimitación de lo que entraba a formar parte del territorio protegido y lo que no. Se mira normalmente, y no sólo en el caso de Cataluña, de concentrarse en la protección de algunas de las muestras más valiosas y representativas de un territorio. Para que estos espacios puedan estar preservados de manera correcta se gestionan una serie de normas que varían en función del tipo de espacio protegido que sea: parque Nacional, Parque Natural etc. De todas formas, como regla general se suele implantar unas normas que condiciones que ese espacio no es urbanizable, a excepción de autorización de ampliación o renovación de algunas construcciones que son previamente existentes, o de espacios procuradores de mejoras para favorecer el turismo, aunque éstas suelen estar en los límites de los espacios. También se suele prohibir la circulación motorizada campo a través o fuera de las carreteras y caminos habilitados, excepto en casos que sea imprescindible para actividades agropecuarias o silvícolas tradicionales. (Fuente & Majoral 2000) 

Es necesario observar cómo en este proceso se debe analizar el papel de las personas que habitan en el territorio a conservar. No podemos hacer una gran generalización ya que cada caso es diferente por su contexto. Lo que si que podemos ver, es como generalmente los procesos que han sido acompañado no ya sólo de la información, sino del consentimiento de las poblaciones locales, al igual que el acompañamiento en la gestión e implantación de los mismos, han sido casos en los que los resultados han sido más positivos y con menos conflictos que los demás. En los casos en los que no se ha tenido en cuenta la opinión de las personas locales o sólo se les ha informado, han acostumbrado a haber conflictos de todo tipo. Y es que el principal conflicto que se puede formar tiene que ver con el menosprecio de los conocimientos de aquellas comunidades. El simple hecho de tener que importar agentes externos a un territorio para hacer un estudio y luego crear un proyecto de protección, con las delimitaciones de espacio y reglamentación que implican, resulta un claro menosprecio (Alarcón-Chaires 2002, Hernández 2008, Mallarach 1995, Pascual; Batista; de la Cruz, 2005) hacia las formas de apropiación o gestión de la naturaleza que se llevaban a cabo hasta el momento. Implica que aquellas personas no son conscientes de lo que tienen, no saben que hacer una correcta apropiación y sostenible, no son conocedores de técnicas o no abastecen las consecuencias de sus actos y por lo tanto, necesitan de entidades exteriores que vengan a guiarlos ya explicar cómo se deben hacer las cosas, y la necesidad de regulaciones externas. 

Es curioso ver también cómo estas construcciones de espacios naturales protegidos han ido acompañado de una idealización de la naturaleza, de lo que debería ser, o lo que habría sido en algún momento. Una idealización que habla de un lugar que no haya sido pisado por otros individuos (Santamarina 2009, Coca 2011), un lugar que no haya sido por tanto transformado por la vida humana y que se pueda preservar de una manera pura y perfecta. Como ya hemos apuntado, se trata de un ideal, que por lo tanto tiene poco de cierto en la mayoría de casos. Se trata de una percepción romántica que ha supuesto que mucha gente sea convencida por esta idea y vaya de las ciudades e incluso de sus países en busca de esa naturaleza idílica tanto soñada, y se encuentre pues en la búsqueda, con los maravillosos espacios protegiera que pareció garantizar este modelo de vida que desean para huir de la ciudad, de la contaminación etc. Vemos como se ve la tierra, sobre todo la tierra idealizada por la cultura urbana, que se cree antigua y salvaje y apenas perturbada por la presencia de las benévolas técnicas agrícolas, como es en realidad un artificio reciente, resultado de las estructuras políticas y sociales del campo de los dos últimos siglos. (McNeil 2004) 

Podemos ver por lo tanto, como la preocupación o consolidaciones de la preservación de los espacios naturales, con la creación de diferentes organismos que actúen para garantizarlo, es consecuencia de la revalorización e idealización del mundo rural, por parte de la actual sociedad moderna. Normalmente la visión que se tiene de estos espacios naturales se conceptualizan en zonas deprimidas y faltas de cuidado, zonas que no valoran su entorno y que la están dañando y que por tanto, necesitan una serie de limitaciones y reglamentaciones que hagan posible la preservación para el futuro.

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